Sunday, August 12, 2012


Complemento al nro 4 de la serie "¿QUÉ ES UN NIÑO?"


ACUARELA SOBRE “ZZ”


La música, los estados de felicidad, la mitología,
las caras trabajadas por el tiempo,
 ciertos crepúsculos y ciertos lugares
    quieren decirnos algo,
 o algo dijeron que no hubiéramos debido perder,                                                                                                                                                    o están por decir algo;
                                                 esta inminencia de una revelación que no se produce
                                         es, quizá, el hecho estético.

 (“La muralla y los libros” en “Otras inquisiciones”, Jorge L. Borges) 







No me pegues, soy Cabado

Tic. Alguien enciende el reloj. Tac tic tac tic tac. Estamos en la prisa. Tic. Ahora “ZZ” con sus cinco años está sentada frente a mí. Tac. La mamá no puede esperar. Tic. “No la soporto”, me dijo en la primer entrevista. Tac. En ello un pedido: “haga que deje de ser la piel de Judas”. Tic tac. “¿Por qué ahora y no antes?”, dije. Tic. Mi pregunta pareció caer en el vacío. Tac. 

“ZZ” juega. Habla poquito (según vaya a saber qué medidor de cantidad). Y dibuja. Cada tanto algo se repite: personajes cubiertos con sábanas. Tic. “¿Qué son?”. Pregunta la mía poco ajustada a sus prisas. Se impacienta: “¿y qué van a ser?, ¡fantasmas!”. Toc. Y, sí. “¿Pero qué onda los fantasmas?”. Tac. “ZZ” me mira y mirándome ve cómo me ocupo de obviedades. Tic tac. 




En este clima de prisas ajenas ella no tiene apuro. Tic, tac. Más: ser-la-piel-de-Judas para ella no representa un problema. Tic. Sí para la mamá. Tac. Acaso para la escuela, tic, por lo que en la convivencia en la sala produce. Tac. “ZZ” al fin responde: “son fantasmas”. Tic. “A ver si se parecen a los que imagino: ¿cómo son estos fantasmas?” (y en ello rompo el diccionario y sus significados-para-todos). Responde: “sábanas con algo escondido”. Tac. Y se calla. Tic, tac, tic, tac. 

Un día sucede aquel truco de magia del que hablé en un post anterior (1). Y su cachetazo. Tuc. Pasa el tiempo y los encuentros. “Mi mamá se aburre en casa”. Tac. “Por eso me reta”. Tic. “¿Por qué me lo contás?” . Tac. “Porque no me gusta que me grite”. “¿Por qué?”, otra obviedad de mi parte, pero ella se ha acostumbrado a este reino del revés que es el consultorio, donde las preguntas son sobre lo que todo-el-mundo-ya-se-lo-sabe-de-sobra. Y responde: “...el ruido que hace la voz”. No me apuro pero no cedo: “o sea...”. Se encoge de hombros: “eso”. Tic, tac. “¿Cómo es Eso?”. Tic, tac, tic. “¡No me sale el ruido ése!”. Tac. Espero. 




Tic. “¿Y qué te pasa cuando suena el ruido?”. Se tapa los oídos y dibuja otra vez fantasmas. Repaso mi lección, en voz alta: “algo esconden”. “Callate tonto”, me dice. Ups. Rompe el dibujo. Tic, tac, tic.

Así pasan nuestros encuentros. Con “ZZ” vamos “descubriendo” sobre ella: que del reto joroba el grito, que la mamá reta porque se aburre, que no es tan claro que reto y aburrirse vayan juntos pero bueh, no se le ocurre otra explicación... 

También descubrimos cómo “le jode” que le hablen los papás. Y que le jode “porque me dicen mentiras” (empieza a resonar aquel cachetazo en mi mejilla después de que le hiciera magia escondiendo la tapita en mi boca). Vamos haciendo equilibrio por un hilo de vacío. 




Y en ese fino camino van cayendo miguitas de verdad sobre “ZZ”: a, b, c, d, e... “ZZ” habla sobre ella y trata de explicarse sin proponérselo. Y si bien descubre cosas una y otra vez algo le queda más allá del espejo.

Se ha armado entonces a lo largo de este tiempo una extraña experiencia: las miguitas que van cayendo dicen cosas concretas sobre ella pero... (shh, detengamos nuestra pasión interpretativa de elefantes en el bazar...) una y otra vez las miguitas terminan diciendo otra cosa que lo que pretenden decir,

o parecen haber dicho algo que no hubiéramos debido perder, 

o lucen prontas a decir pero no aún...

Esa inminencia de una revelación que no se produce es, quizá, el lugar de encuentro con la verdad del sujeto. Esa extranjería en su propio cuerpo. 




Del resto que se nos escabulle en la grieta, de eso se trata. 

Porque lo he dicho lo vuelvo a decir: en ese fracaso (2), en ese vacío, algo se alcanza. Nada más. Nada menos.


 Guillermo Cabado


Nota sobre el cachetazo: con el tiempo ese "ocultamiento" en el que mi truco de magia se transformó a partir de entrar para ZZ en la serie de los padres, se empezó a jugar en el lazo entre éstos y el analista. Pero ésa ya es otra historia y otro discurso, aunque padres y niña vivieran bajo el mismo techo.


(Las imágenes pertenecen a la artista Loretta Lux)

(1) Ver: http://rumorosa.blogspot.com.ar/2012/07/4-desarrollos-para-el-grupo-de.html

(2) Hacia esto nos dirigiremos en el nro 5 de esta serie



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