Wednesday, April 23, 2014


UNA BREVE TRILOGÍA SOBRE EL AMOR
(3 perlitas tempranas,
desperdigadas en el seminario II de Lacan)

- El engaño del casamentero
- El espejismo amoroso
- La fidelidad



> HOY <

LA FIDELIDAD 
("nuestra mujer de vez en cuando debe engañarnos con Dios..."
dice Lacan inspirado por un anarquista)


(trilogía construida en 2014 como parte de la propuesta de 
abordaje del libro "El amor Lacan de Jean Allouch)

"Nada, no hay que apurarse, soy un dios,
la transformaré; si es que estáis de acuerdo, la volveré de
tragedia en comedia sin cambiar un solo de verso" 
(le dice Mercurio al público en "Anfitrión" de Plauto)



Un mes después de hablarle a Pontalis del espejismo amoroso, Lacan se ocupa de una pieza teatral varias veces "reescrita" a lo largo de los siglos: "Anfitrión". Una historia donde el ser tomado por otro y la cuestión de la fidelidad están en juego. Y de entrada no más le propone a su auditorio:

- Nuestra mujer de vez en cuando debe engañarnos con Dios...

Por cierto, esas palabras resuenan al pasaje de la obra en cuestión en la que un dios (no cualquiera: Júpiter, el Padre de la luz (1)) se metamorfosea a imagen y semejanza de un marido ausente, Anfitrión, hasta acostarse con la esposa de éste, Alcmena. Sin embargo Lacan, tras lanzar lo que él mismo llama "una de esas fórmulas lapidarias de que es posible valerse en el transcurso de una justa", no enlaza su fórmula con la obra de teatro anunciada sino con... uno de los padres del anarquismo francés: Pierre Joseph Proudhon.


Enseguida recomienda con entusiasmo la lectura de Proudhon: él nos permitirá preguntarnos "¿qué puede justificar la fidelidad, fuera de la palabra empeñada?". Con ello quiere distanciarse de "una vieja tradición francesa" (no sólo francesa por cierto) que habla con cinismo de lo que se puede esperar de "las relaciones entre el matrimonio y el amor".

En definitiva, Lacan se está sirviendo de Proudhon para preguntarse: ¿hay una fidelidad que nazca de algo que no sea el compromiso proveniente de lo moral (por la promesa proferida o el precepto a sostener)?. 

Apoyándose en el padre de los anarcos, Lacan descarta la "ilusión romántica de que lo que sostiene el compromiso humano es el amor perfecto, el valor ideal que cobra cada uno de los miembros de la pareja por el otro"

Y, obsérvese, con eso desconecta inmediatamente a la fidelidad de la órbita del amado (la fidelidad entonces no dependerá de lo que el amado es o se le supone ser).


El paso siguiente que da Lacan no está explícito pero lo podemos leer en lo que agrega: para dar su estatuto a la fidelidad en el matrimonio, Proudhon "encuentra la solución en algo que sólo puede ser un pacto simbólico". Pero ojo, porque este pacto no tiene que ver aquí con la palabra empeñada.

"El amor que la mujer da a su esposo (un momento después agregará que esto se sostiene del mismo modo para el amor que el hombre da a su esposa) no se dirige al individuo, incluso idealizado - éste es el peligro de lo que llaman vida en común: la idealización no es posible...-, sino a un ser más allá"


En este instante retorna una fórmula ya deslizada en el seminario I respecto del "ser más allá" (2). Lo que agrega de inmediato complica la rápida identificación a la que nos vemos tentados: "ah, este ser es el Dios con quien las esposas convedría que engañen a sus maridos":

"El amor, hablando con propiedad: sagrado, aquél que constituye el vínculo del matrimonio, va de la mujer a lo que Proudhon llama todos los hombres. De igual modo, a través de la mujer, la fidelidad del esposo apunta a todas las mujeres."

Y Lacan rápidamente aclara: "esto puede parecer paradójico. Pero 'todos los' no es en Proudhon alle, no es una cantidad, sino una función universal. Es el hombre universal, la mujer universal, el símbolo, la encarnación del miembro de la pareja humana"


Esa función "toda/os los" que Lacan extrae de Proudhon implica esto: un más allá del partenaire en tanto individuo ("en vos amo un más allá de vos").

Pero lo implica con una sutilieza fundamental: no se trata de un asunto de cantidad. Es decir que Lacan con Proudhon no está postulando: "como no me alcanza con una... necesito otras tantas más".

Ese más allá habla de una radical discontinuidad entre "vos y todas las otras" o entre "vos y todos los otros". Una discontinuidad donde este "vos" no es uno más en la serie en la que están incluidos todos los otros u otras (3).



Ya aquí está la semilla para que este "vos" sea un "en vos...no todo".

Pero un "no todo" que no dispara la búsqueda de otro partenaire.
Lejos de eso, en esta vía el amante queda fiel a este "vos".

Una fidelidad que no responde a ninguna característica de éste.

Una fidelidad que se sostiene en ese vacío que habita en "vos".
(un vacío en el conjunto de características que podrían definir a "vos").
En definitiva a lo que se es fiel es a un "vos" habitado por cierto "no sé qué".
... Lo cual puede ser inquietante para el amado: tal fidelidad no depende de nada que él pueda ajustar, cambiar, mejorar...

Así las cosas, esa fidelidad, insostenible por vía de palabras empeñadas, ya no se sostiene en lo moral sino en las resonancias que se producen en ese vacío que hay en "vos" (4).


Lacan dice algo más y le da a todo esto su justo peso. Lejos de proponer un programa sobre cómo vivir el amor o de una promesa de armonía en los vínculos amorosos, plantea:

"Pero entre ese pacto simbólico y las relaciones imaginarias que proliferan espontáneamente en el interior de toda relación libidinal, existe un conflicto, tanto más cuanto que interviene algo del orden de la Verliebtheit (enamoramiento)"

Un modo de afirmar que aún cuando esté operando la función "todos los"/"todas las"..., las vicisitudes del vínculo pueden sufrir cientos de variaciones... porque entre otros ingredientes, además de tal función, el enamoramiento, que es muy otra cosa, también tiene algo para decir y tensar.


La mesa está servida.
Los invito al grupo de estudio "El amor Lacan" para desplegar éstas y otras tantas cuestiones

Lic Guillermo Cabado




















(las fotos pertenecen a los artistas Robert Gligorov y Laura Williams)

Todos los pasajes consignados son ubicables en la reunión del 8/6/55 del seminario "El Yo en la teoría de Freud y en la técnica psicoanalítica" de Lacan, edición Paidós.

(1) Años después, el 23/11/60, durante su seminario VIII, Lacan volvería a una escena donde un hombre engaña a una mujer haciéndose pasar por su esposo, en ese caso refiriendo al "Heptamerón" de Margarita, reina de Navarro. En este último episodio la cuestión de la luz estará directamente subrayada, ya que el engaño se realiza sirviéndose de la plena oscuridad nocturna: "es ahí cuando uno no reconoce a la persona que le toca la mano", dice Lacan. Y si bien allí pasa de largo y nada especifica, conviene decir que no es un detalle el hecho de que el verbo utilizado no fuera "conoce", sino uno que remite a la cuestión doctrinal del reconocimiento y por lo tanto al peso que en ella tiene el registro simbólico. A tal punto que a la objeción que a veces se escucha ante este pasaje ("¡cómo una mujer no va a reconocer a su marido cuando está la luz apagada!"bien podríamos responder con lo siguiente: "es que el reconocimiento no es un asunto de imagen... con luz o sin luz, no es por esa vía que se producirá".
En cuanto a las versiones dramatúrgicas de este mito griego, aquí encontrarán un análisis comparativo entre la versión de Plauto y la de Moliere: http://www.monografias.com/trabajos-pdf901/comparacion-entre-anfitrion/comparacion-entre-anfitrion.pdf


(2) En su seminario del 30/6/54 Lacan decía: "Pero inversamente, lo que es ciertamente no menos evidente, es que amar (y diría: en forma correlativa, y a causa de ello) es justamente amar a un ser más allá de lo que parece ser. El don activo del amor no aspira al ser en su especificidad, sino en su ser" . En su libro "El amor Lacan", al comentar este pasaje Allouch afirma: "el amor no se dirige al ser en tanto que ser sino a UN ser en su particularidad, que se llamará entonces óntica (se trata del ser en tanto un estar). El ser en tanto que ser no podría dar cuenta de lo particular". Así las cosas no se trata de una esencia sino de lo que se escabulle. Allouch lo llama "el ser de esto". Agrego: no es otra cosa lo que a veces se juega cuando alguien dice "¡¿pero qué carajo le veo a éste que sigo estando con él?!".

(3) un "todos los otros/todas las otras" que a su vez queda por esto mismo irremediablemente falto de "vos"

(4) Todas estas consecuencias planteadas en esta última parrafada no se encuentran desplegadas en la clase del seminario II, pero sostengo que si ellas no estuvieran operando como condición necesaria, el potencial de esta observación de Lacan, con el apoyo de Proudhon, se diluye en la limitación del planteo de la intersubjetividad. Creo que es uno de esos puntos donde los planteos de alguien incluye elementos que piden un despliegue que al realizarse obligará a modificar algunos fundamentos hasta entonces sostenidos. Algo similar se juega cuando Allouch en el libro ya referido, al comentar este mismo pasaje del que aquí me ocupo dice que este "pacto simbólico" no coincide con lo que hasta aquí Lacan denominaba con tal término (recordemos: cuando alguien profiere, por ejemplo, un "tú eres mi mujer", su propio mensaje le llega en forma invertida desde el campo del Otro comprometiéndolo con lo que de lo afirmado se desprende: "entonces yo soy tu esposo").


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