Wednesday, April 22, 2015


"ANDÁ Y ACOSTATE CON OTRO" 


(pasaje del taller del sábado pasado de "Lacan con cine" a partir de "Confidencias muy íntimas")


EL DESEO ES EL DESEO DEL otro (... ¿o del Otro?)

Ayer en el taller nos centramos en un personaje que aparece apenas unos minutos en la historia filmada por Patrice Leconte: Marc, ese marido que le pide a su mujer, Ana, que se acueste con otro para recuperar el deseo. Diríamos que Marc es, como tantos otros, un fiel lector de Jones: cree en la aphanisis del deseo, en la desaparición del deseo (1)... No importa, como sea: Marc ya no se calienta con su mujer y entonces le pide lo que le pide. Los que vieron la película ya saben: ella, angustiada, decide ir a ver a un psicoanalista.

Sigamos con Marc. Una vez que considera que ya hoy un rival en la escena, el sr Faber, recupera las ganas de Ana. El remate: se las ingenia para llevar a su mujer a un hotel alojamiento que da justo frente a la ventana del departamento del otro (Faber), en medio de la noche llama a éste por teléfono y le dice: "chabón, mirá por la ventana y verás cómo me encamo con Ana..." (lo dice en francés pero más o menos es eso...).

(Gilbert Melki interpreta a Marc)

Les propuse escribir este tramo de la historia al modo de los chistes infantiles:

1er acto: Marc no desea a Ana
2do acto: Faber desea a Ana
3er acto: Marc vuelve a desear a Ana

¿Cómo se llama la obra?, pregunté al público.

Una respuesta que me dieron: "¡el deseo es el deseo del Otro!"

Hubo que corregir la respuesta: "el deseo es el deseo del otro". Y con un subtítulo: "transitivismo infantil"


EL TRANSITIVISMO INFANTIL (o cuando Ana equivale al juguete que no se presta)

¿A qué madre no le ha pasado?: lleva a su hijo Carlitos a la plaza. Con un montón de juguetes para que se entretenga al menos un rato y la deje leer tranquila. Pero... a los dos minutos lo tiene a Carlitos tironeándole el libro: "¡mamá, me aburro!". Hasta que, milagro para la madre, llega a la plaza Pedrito, un nene que pronto se interesa por la pelota de Carlitos... Pregunta al lector: ¿qué suponés que sucede con Carlitos?...

¡Sí!, ¡cooorrecto!!:

(no, Susana no trabaja en la peli, pero no pude evitar la asociación...)

Correcto, decía: Carlitos pasa a no querer otra cosa en el mundo que la pelota que hasta hace un instante ni registraba. De repente en el mar de objetos la pelota pasa a estar "cargada" de una significación. Carlitos y su pelota han sido reconocidos, no son algo más. Se trata de "esa pelota", lo que importa es ella y nada más que ella. Para entonces los participantes del taller escuchaban en todo ello el enfrentamiento de dos en una lucha por el puro prestigio. Y en eso las resonancias del planteo hegeliano respecto del deseo de reconocimiento.


LA PREGUNTA MOTOR QUE LLEGÓ DEL PÚBLICO

"Ok, Carlitos es el Marc de la película, Pedrito es Faber. Y la pelota es... Ana. Pero, ¿es normal eso que le pasa a Marc?. Y en ese caso, ¿cómo podría cambiar esa conducta que lo está haciendo sufrir?"

Primer paso para la respuesta: para lo que nos ocupa (la posibilidad del psicoanálisis) la pregunta por la normalidad necesita ser cambiada por otra: ¿hay algo que le esté haciendo "ruido" a Marc, a tal punto de venir a hacernos una consulta?.

No es ni más ni menos que decir que si no hay una palabra de Marc que esté llamando una respuesta de nosotros, no hay chance de que haya psicoanalista (2) (repito aquí algo que dije tantas otras veces por estos canales: sin transferencia no hay psicoanalista, sin un llamado de respuesta, eso que llamamos demanda, no hay chance alguna de transferencia analítica... a menos que banalicemos el concepto hasta hacerlo un "tengo onda con..."... ¡la transferencia no es pegar onda con una persona o con un discurso o con una película o con lo que fuese!)

Dado ese paso entonces ya no se trata de que decidamos nosotros si eso que nos cuenta Marc es normal o no, sino de ver qué de todo esto le resulta problemático a él (asunto que para el consultante suele no ser tan sencillo de despejar, una vez pasado el momento del planteo masivo "mi problema es que sufro")

Fue entonces que quien preguntara me recordó: "pero no me respondiste la segunda pregunta..." ("¿cómo podría cambiar esa conducta que lo está haciendo sufrir?")

Es que hacia allí voy...

DE ERÓMENOS A ERASTÉS (ahora sí: el deseo del Otro)

Necesitamos decir que si el psicoanálisis tiene alguna chance de ayudarlo es en la medida de que ese hipotético consultante llamado Marc pase de buscar que el psicoanálisis lo ayude a buscar ayudarse con el psicoanálisis. Dicho en otros términos: que consultante y oyente pasen de una dinámica en la que el que "trabaja" es el analista a otra dinámica en la que quien "trabaja" es... el paciente (aquí viene el clásico comentario: "¡y encima paga!"). El pasaje de erómenos (amado) a erastés (deseante) que encontrarán en los planteos del seminario 8 de Lacan va en esa dirección

En el medio de todas las cosas que le dice Marc a su rival Faber durante su segunda irrupción en la casa de éste hay una frase con dos proposiciones, que resulta una perlita. Dice Marc: "Ana es todo en mi vida. Y eso debe querer decir algo".

Juguemos. Supongamos que es la enésima entrevista de Marc con su analista ("n" entrevista => "nunca se sabe cuándo"). Que hasta ahora todo lo que hay es el relato que ya hemos puntuado en tres actos. Que Marc una y otra vez hablando hace uno con lo que dice ("Yo soy Marc, el que..."). Hasta aquí Marc se mantiene con su oyente en lo que Lacan llamara el "muro del lenguaje". Lo que en el esquema "L" se escribe como el eje imaginario, tendido entre a y a', el "Yo soy Marc" y el otro con el que mantiene una relación de biunivocidad. En fin: están allí donde "hablando la gente se entiende". Y ése es el muro: que ahí donde creemos estar hablando de lo mismo, cada uno está en su película... ¡y sin siquiera sospecharlo!


Pero entonces en la enésima entrevista de repente Marc dijese:

- Ana es todo en mi vida. Y eso debe querer decir algo

Y que allí mismo su oyente lo interrumpiese:

"Y eso debe querer decir algo"... O sea, Marc, que cuando me decís "Ana es todo en mi vida"... ¡no tenemos la más pálida idea de qué estás diciendo!

Y supongamos que por primera vez en mucho tiempo Marc experimentase lo que Lacan llamó el "descentramiento" durante aquel seminario II donde degañitándose para precisar que "sujeto" no es "el verdadero Yo, inconciente, detrás del Yo aparente", terminara escribiendo el esquema "L" para soportar su teoría de la intersubjetividad.

Es que por un instante el "Yo soy Marc..." se desvanece (fading), se pierde ese centro invisible desde el que habitualmente hablamos (la ilusión de hacer uno con lo que se dice) y experimentará lo que yo suelo llamar, de un modo acaso algo liviano (pero, bueh, pa' pesada está la vida...), el "¡ups!, ¿qué dije??".

Por un instante en ese lugar desde donde se dice, se recibe el propio mensaje llegando en forma invertida desde el campo del Otro. O sea: esto que digo no lo decidí aquí, viene desde un lugar Otro... ¡pero me concierne!, ¡no me es ajeno! (3).


Un lugar Otro y no "desde otra persona que como tiene importancia para mí tiene el peso de un Otro". O sea que lo que menos importa es quién dijo, si el analista o si el paciente.Sólo cuenta verificar si en el decir se produce este efecto o no. Si no se produce, la intervención del analista se reduce a un "A4... agua" (seguimos jugando con Susana). Nada de "es eso... ¡pero el paciente se resiste!". Nada. Agua. Y a seguir nadando. 

El "Otro sujeto" del que hablara Lacan durante su seminario II (y que ya por entonces no se confundía con una persona) con el tiempo será despejado como un "Otro lugar". Un lugar radicalmente Otro, con el que no puede tutearme. Fíjense que hablamos de relación entre lugares (topología), por lo tanto poco importa si eso que sorprende fue dicho por  o por tí,porque pasa a tener el valor de lo que alude a un trozo de sí.

Acaso entonces ahora para Marc ya no se trate de Faber queriendo sacarle su pelota, sino del Otro. O sea: de esa regla de juego, de esa articulación de elementos simbólicos a la que está sujeto su deseo. He allí por qué ahora sí podemos escribir que el deseo es el deseo del... Otro.

(Ana y Faber, en el transitivismo infantil se puede sacar foto de ellos... pero si fuesen significantes... ya no)

He allí por qué el sujeto del deseo se escribe "desparramándolo" entre cuatro esquinas: dos para indicar el centro ilusorio (a-a') y dos para indicar que el descentramiento implica una división entre aquí y allí, entre el sujeto y la regla de juego (eso que se nombra al pasar en el seminario II en la sesión del 9/3/55 y que con el tiempo (4) y en Baltimore Lacan retomará: la "immixión" de Otredad...)

Claro, dirá Lacan al inicio del seminario VIII: "loco, con esto no alcanza para dar cuenta de la transferencia". Y es cierto. Pero es ya otra historia

GUILLERMO CABADO


EL PRÓXIMO SÁBADO 25/4 LOS ESPERO PARA ABORDAR EL PLANTEO DEL ESTADIO DEL ESPEJO APOYÁNDONOS EN UNA JOYA DEL CINE AUSTRALIANO DEL AÑO 90': "Proof", LA HISTORIA DE UN JOVEN CIEGO QUE SACABA FOTOS PARA TENER LA PRUEBA DE... YA LO ENTREVEREMOS. Clic aquí para más información

 


(1) Lacan acotará: "no, Jones, la aphanisis no es del deseo, es de la unidad yoica". Podríamos replicar aquí aquella formulara con la que tanto nos insistiera el querido Ricardo Rodríguez Ponte: "no hay no deseo"

(2) "Ya se dé por agente de curación, de formación, o de sondeo, el psicoanálisis no tiene sino un medium: la palabra del paciente. La evidencia del hecho no excusa que se le desatienda.
Ahora bien, toda palabra llama a una respuesta. Mostraremos que no hay palabra sin respuesta, incluso si no encuentra más que el silencio,con tal de que tenga un oyente, y que éste es el meollo de su función en el análisis.
Pero si el psicoanalista ignora que así sucede en la función de la palabra, no experimentará sino más fuertemente su llamado, y si es el vacío el que primeramente se hace oír, es en sí mismo donde lo experimentará y será más allá de la palabra donde buscará una realidad que colme ese vacío"

(página 237 de "Escritos I", en el apartado "Palabra vacía y palabra plena en realización psicoanalítica del sujeto")

(3) Les sugiero leer la misma estructura en una escena muy breve del film, donde Faber va a visitar por primera vez a su vecino, el psicoanalista Monier. Aquí pueden ver la película completa: https://www.youtube.com/watch?v=ywXX144nWIY

(4) Más precisamente la conferencia de 21/10/66, dictada en inglés con el título "Of Structure as an Immixing of an Otherness Prerequisite to Any Subjet Whatever"

Tuesday, April 21, 2015


Otra película imperdible...

"PROOF" ("La prueba")
de Jocelyn Moorhouse
(Australia, 1991) 



Martin es ciego y saca fotos.

Desde niño está obsesionado por las mentiras
en las que los otros podrían incurrir,
aprovechándose de su ceguera.

Difícil engañar a Martin.

Y ése justamente es su problema.
Porque sólo los mentirosos pueden responder dignamente al amor. 


Este sábado 25/4 
en "Lacan con cine"

nos serviremos de "La prueba"
para ingresar de la mano de la ceguera al estadio del espejo de Lacan.

¿El amor es siempre narcisista?


Coordina: Lic Guillermo Cabado

Informes:  
cabado@hotmail.com



Para ver la película completa on line: 
http://www.pelispedia.tv/pelicula/proof-la-prueba/


Sunday, April 12, 2015


R S I
(alrededor del seminario 22 de Lacan)




TERCER APUNTE 

"HAY SUJETOS EN LOS CUALES EL ANÁLISIS NO TIENE ÉXITO. Y ESO los vuelve VUELVE IMBÉCILES" (Lacan, el 19/11/74)



UN CONJUNTO DE ANALISTAS NO ES UN SINDICATO... ES UNA SERIE MATEMÁTICA

Tomemos otro pasaje de la misma reunión del 19/11/74, aquel día de la huelga, abordada en el apunte previo:

"¿El analista puede ser considerado como un elemento?. ¿Acaso él hace, dicho de otro modo, conjunto?. Hacer conjunto, es algo que trataré de explicarles, no es hacer sindicato. Son dos términos diferentes. Hacer conjunto, eso puede querer decir, eso quiere decir: poder hacer serie."

En este punto me detengo como lector, necesito pensar por qué Lacan introduce aquí, una vez más en su enseñanza (¿pero del mismo modo que otras veces? (1)) el concepto matemático de serie.
Hacer este ejercicio no me pondrá en camino de convertirme en matemático (aunque J. M. Vappereau, por ejemplo, dice que él con el paciente hace matemáticas (2)). Mi apuesta es que cada una de estas disquisiciones me ayuden a contrarrestar la inercia de la comprensión psicológica cuando de lo que se trate sea de escuchar el malestar de quien me consulta en tanto psicoanalista.

Entonces, si Lacan utiliza el concepto de serie, está refiriendo a una sumatoria de sumas parciales. No cualquier sumatoria; tiene un requisito previo: para ubicar una serie primero es necesario precisar cuál es la sucesión ordenada de términos que se va a sumar. Orden sucesorio que responde a una lógica, a una regla, propia de esa sucesión.

Pero para que un término sea un elemento de dicha sucesión es necesario que se ajuste a la regla de turno. De esto se desprende una pregunta: ¿cuál será la regla que hace de un oyente un término de la sucesión? (3). Por lo que dirá un poco después uno puede entrever la respuesta, e incluso proponer su escritura:

la regla no se escribirá, por ejemplo, "2x+1"...

la regla se escribirá:


(me abstengo de escribir la variable "i" que da cuenta del oyente de turno en el lugar del agente, con una suerte de engendro "ai", porque ese oyente tendrá que estar distribuido en los cuatro lugares del discurso analítico aquí escrito, en tanto de lo que se trata es de saber si, dado tal o cual oyente, puede o no "jugar el juego según la estructura de discurso", o sea: según la regla de juego)


Seguía Lacan, aquel día de huelga:

"Y sobre lo que yo me interrogo, es: ¿dónde se detiene esta serie?"

Preguntarse por eso en matemáticas es preguntarse por el límite (lim) de la sumatoria de sumas parciales (Σ) (y con ello si ese límite es convergente, definible entre los números reales, o divergente, tendiente al infinito... (4)).

Es decir: ¿cuál es la sumatoria de las sumas parciales de oyentes que soportan la regla arriba escrita?. Lo cual también es un modo de preguntarse por los oyentes potenciales que no toman valor "analista".


"Entre otros términos, ¿puede un analista, a ejemplo de aquello a lo que acabo de aludir en lo que concierne a la injuria, comportarse como un imbécil?" (¿un oyente imbécil puede considerarse analista, elemento "i en su relación con el discurso analista", o por el contrario, está allí el límite al que tiende "n" en esta serie?)

En este punto uno podría preguntarse: ¿para qué importar una formalización (más precisamente: un modo de escribir especial) a la hora de pensar la lógica que hace de un oyente un analista, si el criterio para dirimir el asunto será el de la "imbecilidad" (cuestión que suena o bien a insulto o bien a recurso propio de un "medidor mental")?...

"Esto es muy importante como cuestión. ¿Cómo se juzga lo que yo califico como la imbecilidad?. Eso tiene seguramente un sentido, incluso en el discurso analítico. En otras partes también, por supuesto. En cada discurso, nadie se engaña al respecto: se es imbécil o no, digo por relación a ese discurso, especialmente al discurso del amo, al discurso universitario y al discurso científico, eso no constituye duda. ¿Cómo definir la imbecilidad en el discurso analítico?"

Con este solo movimiento "imbecilidad" deja de ser una "condición de la personalidad" para ser un valor relativo. Relativo a cada discurso...


IGNORANCIA NO ES BOLUDEZ... PERO TAMPOCO LO ES LA IMBECILIDAD

"He ahí una cuestión, una cuestión que he introducido, a fe mía, diría, desde mi primer año de seminario, al enunciar que el análisis es ciertamente un remedio contra la ignorancia, que es sin efecto contra la boludez. ¡Presten atención un minuto!. Ya he dicho que la boludez no es la imbecilidad. ¿Cómo situar la imbecilidad, especificarla de la boludez?"

De un plumazo reparte: del discurso psicoanalítico se puede esperar remedio cuando el que se relaciona con el mismo está en posición de ignorar... pero no cuando se comporta como un boludo. Sin embargo, la imbecilidad es otra cosa...

"Lo molesto y lo difícil en la cuestión que evoco, es algo de lo que quizá por mí están ustedes al tanto, no tengo que insistir pesadamente, pero a pesar de todo es necesario decir que hay sujetos en los cuales el análisis, digo la experiencia analítica, cuando se ofrecen a ella, no tiene éxito. Y preciso que eso los vuelve imbéciles. Es necesario justamente que haya algo al comienzo que pesque. Eso quizá quiere decir que serían más útiles, entiendo utilizables, en otra parte. Quiero decir que para otra parte ellos tienen dones evidentes."



NO HAY OTRA ÉTICA QUE... JUGAR EL JUEGO

El párrafo recortado se continúa inmediatamente así, evocando algo que ya había introducido a la altura de su seminario VII

"Eso nos devuelve a la ética de cada discurso, y no es por nada que he propuesto el término de Ética del psicoanálisis:  la ética no es allí la misma, y es quizá en aquellos cuya ética habría hecho brillar en otra parte que el análisis no tiene éxito. Simple hipótesis, pero que quizá — eso no puede carecer de rodeos — quizá si yo me decido, pondremos aquí — en fin, pondremos: es una manera de hablar — yo pondré aquí a prueba, partiendo de esto que indico en cuanto a que no hay otra ética que jugar el juego según la estructura de un discurso, y que volvemos a encontrar ahí mi título del año pasado:  son los no-incautos, los que no juegan el juego de un discurso, quienes se encuentran en posición de errar. No es forzosamente peor por eso. Pero es a sus riesgos. Los que erran, en cada discurso, no son allí forzosamente inútiles, ¡muy lejos de eso! Pero sería preferible que para fundar uno nuevo, de esos discursos, uno sea un poco más su incauto."

Lo que sigue en aquella reunión del 19/11/74  es la alusión no explícita a "la imbecilidad" de Roger-Pol Droit. Imbecilidad leída por Lacan en la posición que se articula en la nota que aquél escribiera en el diario Le Monde despotricando contra Jacques Alain Miller y su modo de manejarse con la transmisión del psicoanálisis en Vincennes. Pero eso ya es mucho menos interesante para nosotros. Quienes deseen ahondar en la anécdota podrán consultar el episodio en "La batalla de cien años. Historia del psicoanálisis en Francia" (pag. 189-192) de Elizabeth Roudinesco... (5)

Guillermo Cabado 



Los fragmentos de la reunión aquí trabajada fueron establecidos por Ricardo Rodríguez Ponte. Los subrayados son injerencia de mi parte.

Sugiero esta página para aquel lector que quiera dar un primer paso hacia la comprensión de los conceptos de sucesión y serie. Guarda ese ideal de simpleza para abordar lo complejo que resulta conveniente en nuestro hacer: http://www.disfrutalasmatematicas.com/algebra/sucesiones-series.html

(1) Tres años antes de esta clase, en la segunda reunión de su seminario 19 ("...o peor") Lacan también hablaría de matemas y boludez: "sin duda algunos de aquellos que están aquí han asistido, a saber Santa Ana, cuando planteaba la cuestión de lo que se podría llamar un matema, planteando ya que es el punto pivote de toda enseñanza, dicho de otra manera, que no hay enseñanza más que matemática, el resto es broma.
Esto lleva seguramente a otro estatuto del escrito que el que he dado de entrada. Y la juntura, en el curso de este año de lo que tengo para decirles, es lo que intentaré hacer. Mientras tanto mi dificultad, aquella en suma donde a pesar de todo me sostengo —no sé si esto viene de mí o si es más bien por vuestra cooperación— mi dificultad es que mi matema, visto el campo del discurso que debo establecer, confina siempre en la boludez. Eso va de suyo con lo que les he dicho ya que en suma, de lo que se trata, es que la relación sexual no hay, habría que escribirlo H-I-H-A-N y appât {cebo, señuelo} con dos p, un acento circunflejo y una t al final..." (15/12/71, texto traducido por Ricardo Rodríguez Ponte)

(2) Invito a escuchar la objeción que realizara Vappereau a Alfredo Eidelsztein respecto de para qué las matemáticas en el psicoanálisis aquí, alrededor del minuto 16: https://www.youtube.com/watch?v=9s02Dnr-wx4

(3) A este "oyente" lo postulo como aquél que a la hora de ejercer su "poder discrecional de oyente" (definición de Lacan en 1955 en "Variantes de la cura tipo") puede hacerlo jugando las reglas que en transferencia lo constituyan como psicoanalista.

(4) Lo cual desmiente la tendencia, en algunas divulgaciones del concepto de serie, a sostener que el límite de las series siempre es infinito.

(5) Para acceder al libro on line, dar clic aquí