Wednesday, October 12, 2016


"EL ALEPH" DE BORGES, UNA PISTA SOBRE LA DIFERENCIA ENTRE EL "CUERPO" EN FREUD Y EL "CUERPO" EN LACAN 
(primera parte)


Rumbo al taller de "Lacan con cine" del próximo sábado 15/10


“Así, en aniversarios melancólicos y vanamente eróticos, 
recibí las graduales confidencias de Carlos Argentino Daneri” 
(“El aleph”, Jorge Luis Borges)



CORRESPONDENCIA ERÓTICA. LA ESPERANZA. 

“La candente mañana de febrero en que Beatriz Viterbo murió, después de una imperiosa agonía que no se rebajó un solo instante ni al sentimentalismo ni al miedo, noté que las carteleras de fierro de la Plaza Constitución habían renovado no sé qué aviso de cigarrillos rubios; el hecho me dolió, pues comprendí que el incesante y vasto universo ya se apartaba de ella y que ese cambio era el primero de una serie infinita...” (otra vez: “El aleph”)

Así abre este cuento de Borges instalado en la memoria de los que andan por Buenos Aires, incluso en la de aquéllos que aún no han tenido la dicha de caminarlo. Y a poco de andar uno ya está en una historia de amor “no correspondido”: “mi vana devoción la había exasperado; muerta yo podía consagrarme a su memoria, sin esperanza, pero también sin humillación”. 

(Fuente de esta imagen: Thingiverse y sus experimentaciones estereográficas)


Esa esperanza es todo el asunto. Hace algunas semanas recibí una breve carta de una de las artistas a las que convoqué para que juntos realicemos una performance a finales de octubre llamada “Dos días para encontrar un aleph” (1). La consigna que les propusiera incluía un requisito provocativo: “si tenés o tuviste un amor no correspondido”. Pronta, ella me escribió: “¿existe el amor correspondido?”. 

Le contesté: “al imaginar un aleph esférico, Borges ya te respondió: sí. Pero con el Eros es tan fácil hacerse imágenes de engaño, empezando por ese asunto de que el aleph habría estado en una casa de la calle Garay. ¡Como si esa calle correspondiera al espacio tridimensional!”. 


EL ORIGEN DE LA MEDIA NARANJA: SERES ESFÉRICOS

"Supongan incluso, dice Aristófanes, que mientras reposan en el mismo lecho,
Hefestos -es decir, Vulcano, el personaje con el yunque y el martillo- se pare ante ellos (una pareja de amantes) munido de sus herramientas y les diga: '¿No es de esto que tienen ganas, no es éste el objeto de sus anhelos: identificarse lo más posible el uno al otro, de manera que ya ni de noche ni de día se separen?" (Lacan en la sexta clase de su seminario VIII, evocando al mito de los seres redondos cortados por la mitad que Platón presenta en “El banquete” por boca de Aristófanes)


(un kiosco de Buenos Aires)


Justo en el final de la clase anterior a este pasaje Lacan deslizaba una objeción no explícita a un planteo de Freud: “Esta posición, a pesar de la limitación en la cual creemos haber reducido el sentido de la biología, ¿no ha dejado algunas huellas en nuestros presupuestos mentales?. Quisiera dejarlos hoy sobre esta cuestión.  Seguramente, detectar las huellas no es tan interesante como percatarnos de dónde, a qué nivel más fundamental, nos ubicamos nosotros, los analistas, cuando agitamos, para comprendernos a nosotros mismos, nociones como la del instinto de muerte. Como Freud no lo ha desconocido, es una noción empedocleana.”  

Esas palabras de Lacan evocan sin decirlo este pasaje de “Análisis terminable e interminable”, escrito por Freud en 1937: “Pero nuestro interés concierne a cierta doctrina de Empédocles, tan próxima a la teoría psicoanalítica de los instintos que estaría tentado de considerarlas idénticas, si no mediara la diferencia de que la del sabio griego es una fantasía cósmica, mientras que la nuestra se conforma con tener vigencia biológica. (...) El filósofo nos enseña, pues, que en la vida cósmica, tanto como en la psíquica, existen dos principios del suceder, trabados en eterna lucha: los llama ‘amor’ y ‘discordia’. (...) Los dos principios fundamentales de Empédocles son, tanto por su nombre como por su función, los equivalentes de nuestros dos protoinstintos, Eros y destrucción (...) Pero no debemos asombrarnos de que esta teoría haya sufrido algunas modificaciones al reaparecer después de dos milenios y medio”.

La referencia al presocrático Empédocles prepara el terreno para ocuparse de la esfera. Y con eso funda las bases de su modo de pensar al cuerpo. La esfera será la lógica espacial contra la que combatirá Lacan a lo largo de sus años para postular una concepción de cuerpo alejada de la biología, cosa que, como acabamos de leer, no es el caso de Freud. En la segunda parte de esta nota desembocaremos en dos planteos de Lacan en 1975 y 1980 al respecto. Pero antes tendremos que pasar por “La esfera de Pascal” de Borges.

(continuará)

Guillermo Cabado 


El próximo sábado 15/10 realizaremos un nuevo taller de "Lacan con cine" sobre esta temática a partir de la controvertida película "Un amor de Borges"de Javier Torre.

CLIC EN EL AFICHE PARA MÁS INFORMACIÓN: 

http://cabado.blogspot.com.ar/2016/10/este-sabado-1510-las-17.html

(la película de Javier Torre que se basara en un libro escrito por Estela Canto, "Borges a contraluz". A esa mujer Borges le dedicó su ficciòn, "El aleph")


(1) “El teléfono perdió sus terrores, pero a fines de octubre, Carlos Argentino me habló”. Alcanza con esta frase perdida en medio del relato borgeano para decidir que los finales de octubre son la fecha adecuada para proponer al público una performance lúdica en la que el cuento es un punto de partida invisibilizado que invita a que la imaginación de cada quien vuele. E incluso la curiosidad lo lleve a rastrear de qué va todo este asunto en su raíz: "Dos días para encontrar un aleph".


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